El 8º Congreso Mundial de Agricultura de Conservación (8WCCA) se celebró virtualmente del 21 al 23 de junio de 2021 en Berna, Suiza, y contó con 783 participantes de asociaciones de agricultores, organizaciones internacionales, instituciones científicas, sector privado, organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil, procedentes de más de 108 países, del mundo desarrollado y en desarrollo. El objetivo principal de la 8WCCA era celebrar el éxito de la Comunidad de la Agricultura de Conservación como impulsora de la mayor revolución agrícola que se ha producido en nuestra vida, y aprovechar esta situación para impulsar la calidad y la velocidad de esta transformación a nivel mundial hacia una agricultura sostenible en apoyo del Desarrollo Sostenible y de los objetivos climáticos internacionales.
Nos hacemos eco en esta revista, de la declaración final de este importante evento a nivel mundial en el marco del proyecto LIFE Agromitiga, que sin duda viene a recoger el conocimiento y las experiencias acumuladas hasta la fecha en todo el mundo, y que marcará el devenir de la Agricultura de Conservación en los próximos años.
“El suelo natural es un recurso limitado, escaso y no renovable. Es la base para la producción de alimentos sanos y madera autóctona, elemento amortiguador del ciclo hidrológico global, sustrato filtrante para el agua potable, almacén global de carbono, hábitat de una enorme biodiversidad y elemento de atractivos paisajes. En la interfaz de la atmósfera la hidrosfera y la litosfera, el suelo cumple funciones ecológicas, económicas y sociales indispensables. El futuro de la seguridad alimentaria mundial requiere suelos no contaminados, de estructura estable y productiva, en definitiva, un uso sostenible del suelo.
La Agricultura de Conservación (AC) y sus muchas variantes adaptadas localmente ofrecen el mejor medio de utilizar los suelos para una agricultura productiva y, al mismo tiempo, mejorar su capacidad para cumplir con sus funciones sociales y planetarias vitales. funciones sociales y planetarias vitales.
Las experiencias positivas acumuladas y los conocimientos científicos sobre la Agricultura de Conservación (AC) están conduciendo a su rápida adopción en todo el mundo. Los agricultores aplican actualmente la AC en más de 200 millones de hectáreas (el 15% de la superficie cultivada del mundo) en más de 100 países y en una amplia gama de zonas agroecológicas y tamaños de explotaciones. de zonas agroecológicas y tamaños de explotaciones, en todos los continentes, pero sobre todo en África, Asia y Europa. Ha mejorado la producción agrícola y ha reducido los costes, conservando y mejorando los recursos naturales de la tierra. y mejorando los recursos naturales de la tierra, el agua, la biodiversidad y el clima.
Por el contrario, las prácticas de labranza convencionales no son medioambientlamente sostenibles, ya que degradan la tierra destruyendo la estructura y la biodiversidad del suelo, reducen el contenido de materia orgánica del suelo, provocan su compactación, aumentan la escorrentía y la erosión y contaminan las masas de agua con contaminantes y sedimentos, amenazando la productividad de la tierra, el medio ambiente y la salud humana. Además, producen niveles inaceptables de emisiones de gases de efecto invernadero, acelerando el cambio climático. En todo el mundo, han acelerado la degradación de muchos ecosistemas naturales, han disminuido la biodiversidad y han aumentado los riesgos de desertificación.
La AC evita muchas de las consecuencias negativas de la agricultura de labranza convencional al reproducir los procesos naturales mediante la supresión de la labranza del suelo, el mantenimiento permanente de una cobertura vegetal en el suelo a través de la cual se siembran o plantan directamente diversos cultivos. De esa manera,el agua de las precipitaciones pueden entrar en el suelo y ser retenidas, reduciendo la erosión. La AC mejora el entorno de las raíces de los cultivos (estructura del suelo, carbono, nutrientes y humedad) y reduce la acumulación de plagas y enfermedades.
De este modo, la AC da lugar a una agricultura productiva para la seguridad alimentaria y la mejora de los medios de vida rurales, especialmente el bienestar de las mujeres, ya que éstas aportan una gran proporción de la mano de obra agrícola. Sus numerosos beneficios económicos, sociales y medioambientales justifican una reevaluación fundamental de los métodos agrícolas habituales.
Este Congreso ha confirmado que la AC está aquí para quedarse. Ha demostrado que la Comunidad de AC goza de muy buena salud, llena de energía y de nuevas ideas. Ha confirmado la validez de la forma de operar de la Comunidad, con los agricultores en el asiento del conductor, innovando, compartiendo experiencias, difundiendo la palabra y creando demandas de servicios de apoyo de los sectores público y privado. Todos los que hemos participado nos sentimos orgullosos de los logros de nuestra Comunidad y estamos decididos a hacer todo lo que esté en nuestra mano -y a trabajar con otros que comparten nuestra determinación- para contribuir a la aparición de un futuro verdaderamente sostenible de la agricultura en todo el mundo. Confiamos en que los millones de agricultores de la CA a los que hemos querido representar aquí se hagan eco de nuestro compromiso.
Hacemos un llamamiento a los políticos, a las instituciones internacionales, a los ecologistas, a los agricultores, a la industria privada y a la sociedad en su conjunto, para que reconozcan que la conservación de los recursos naturales es una corresponsabilidad, pasada, presente y futura, de todos los sectores de la sociedad en la proporción en que consumen los productos resultantes de la utilización de estos recursos, observando el creciente interés por las dietas basadas en plantas para mejorar la salud humana y planetaria. Además, hace un llamamiento a la sociedad, a través de estas partes interesadas, para que conciba y promulgue estrategias apropiadas a largo plazo y apoye, siga desarrollando y adopte los conceptos de la AC como elemento fundamental para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la agricultura, incluidos los que tienen una perspectiva social y económica, y los de garantizar la continuidad de las capacidades actuales de la tierra para producir alimentos, otros productos agrícolas, agua y servicios ambientales a perpetuidad. De ello se desprende que los servicios medioambientales prestados por los agricultores que cultivan la salud del suelo deben ser reconocidos y recompensados por la sociedad”.