La XXVI Conferencia de las Partes (COP26) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en Glasgow (Reino Unido), finalizó el pasado 13 de noviembre con pocos avances respecto a los compromisos ya fijados en anteriores conferencias, incluyendo la una decisión que llama a reducir el uso del carbón y poner fin a los subsidios a los combustibles fósiles, aunque sin concretar mucho más. Asimismo, el texto adoptado por los 196 países que forman parte de la Convención mantiene vivo el compromiso para que la temperatura del planeta no aumente más de 1,5º C.
La decisión final incluye el objetivo para reducir globalmente las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) un 45% en 2030 (sobre 2010) y la urgencia de acelerar la ambición climática en esta década, siguiendo lo expresado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Hay que llamar la atención que los compromisos de la Unión Europea en este asunto son más ambiciosos a través del Programa Fit to 55, en el que existe el objetivo de reducir las emisiones en un 55% o a través del Pacto Verde en el que se pretende llegar a la neutralidad climática en el año 2050.
Una de las buenas noticias que ha habido en esta cumbre, es el acuerdo bilateral al que han llegado Estados Unidos y China, los dos principales países emisores de GEI, en la que se comprometen a trabajar para acelerar durante esta década la lucha contra el cambio climático. Entre los puntos más destacados del pacto al que han llegado ambas potencias está el compromiso del país asiático de presentar durante el próximo año un plan integral de reducción de sus emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero responsable de alrededor del 25% del calentamiento actual.
En lo que respecta a la agricultura, poco se ha hablado en esta COP26. Apenas una iniciativa, con de 45 gobiernos, para dotar con algo más de 3.500 millones de euros adicionales el Fondo del Clima para fomentar una agricultura más respetuosa con el medioambiente. De forma paralela, tan solo algunas iniciativas concretas de gobiernos como el de Brasil, Alemania o Reino Unido. Este dinero irá destinado a promover innovaciones agrícolas para desarrollar nuevas variedades de cultivos «resistentes al clima» y «soluciones de regeneración» para mejorar la calidad del suelo. El ministro británico de Medioambiente, Alimentación y Asuntos Rurales, George Eustice, cuyo gobierno es promotor de esta propuesta afirmó que «Para mantener el objetivo de los 1,5 ºC necesitamos acciones por parte de toda la sociedad, incluida una urgente transformación del modo en que gestionamos los ecosistemas, producimos y consumimos alimentos a escala global». Además, enfatizó que será "reducir emisiones y proteger la naturaleza", al tiempo que se salvaguarda "la alimentación y los puestos de trabajo".
Es por tanto una declaración de intenciones hacia la búsqueda de sistemas de producción sostenibles, no sólo en el ámbito medioambiental, sino también en los ámbitos económico y social en el que la Agricultura de Conservación, por sus contrastados beneficios respecto a la mitigación y adaptación al cambio climático y por su capacidad para reducir los costes manteniendo las producciones, debería jugar un papel crucial.