El pasado mes de febrero, el Consejo de Ministros aprobó la remisión a la Comisión Europea del borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC). Este texto, que han de entregar todos los Estados miembro para que la UE pueda planificar el cumplimiento de sus objetivos y metas en materia de cambio climático en coherencia con el Acuerdo de París, define los objetivos nacionales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), la incorporación de energías renovables y medidas de eficiencia energética a abordar en los próximos años.
Entre los objetivos contemplados en el PNIEC, está el de reducir el 21% de las emisiones de gases de efecto invernadero respecto al nivel de 1990. Por dar una idea de lo lejos que España está actualmente de dicho objetivo, señalar que al finalizar el año 2017, nuestro país estaba 18 puntos porcentuales por encima de esa referencia. Es de esperar que las medidas contempladas en el PNIEC permitirán pasar de los 340,2 millones de toneladas de CO2 equivalente (MtCO2-eq) emitidos en 2017 a 226 MtCO2-eq en 2030. Este esfuerzo en reducciones debe distribuirse entre sectores sujetos al comercio de derechos de emisión (generación eléctrica, refinerías y grandes industrias) y los sectores difusos o no sujetos al comercio de derechos de emisión, entre los que se encuentra la agricultura.
El Plan propone 20 medidas que buscan la descarbonización de la economía. Como no podía ser de otra manera, la Agricultura de Conservación está implícita en algunas de las medidas planteadas dentro de los sectores difusos no energéticos (agrícola y ganadero). Especialmente interesante en este sentido, es la Medida 1.18 de sumideros agrícolas, en la cual se promueve la práctica de la siembra directa, reconociendo que gracias a esta práctica se logra un incremento de las absorciones de CO2 por los suelos agrícolas y una reducción de las emisiones derivadas de la utilización de gasóleo por la maquinaria agrícola. La medida sería adecuada tanto desde el punto de vista de la mitigación, como de la adaptación al cambio climático, ya que no solo favorece que el suelo ejerza como sumidero de carbono, mitigando por ello el cambio climático, sino que también, mejora su resiliencia. En el marco de dicha medida también se fomenta el mantenimiento de cubiertas vegetales y la incorporación de restos de poda al suelo en cultivos leñosos. La reducción de gases de efecto invernado se obtiene, por un lado, prescindiendo del tradicional laboreo del suelo, y por otro, evitando la quema incontrolada de los restos de poda. Además de minorar las emisiones, con esta medida se obtienen beneficios agronómicos (por la mejora de la estructura del suelo y su productividad), medioambientales (al aumentar el carbono orgánico del suelo, la biodiversidad asociada y proteger al suelo de la erosión) y económicos (evitando parte de la fertilización necesaria).
El PNIEC inicia ahora un periodo de información pública. Asimismo, la Comisión Europea y España, como Estado miembro, arrancan un proceso estructurado de diálogo que culminará con la aprobación definitiva del plan a finales del presente año. Cada dos años, se emitirán informes de progreso.
Más información en la web del Ministerio para la Transición Ecológica (www.miteco.gov.es)
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